Esto sucedió el viernes 19 de septiembre de 2024. Llegamos a una escuela llamada Internado Enseñanza Primaria No 16 Julián Hinojosa, entramos a las instalaciones y nos preparamos para relatar la obra de Mamá Gallina; era para veinte niños, al inicio estuvimos nerviosos, nos preocupamos por: ¿cómo iba a salir?, pero conforme pasó la primera obra y con el entusiasmo de los niños, el nervio se fue disipando. Ya para la segunda obra estábamos más relajados y en calma, felices viendo cómo les sacabamos una sonrisa; durante la obra hubo un momento cuando le entregamos de regalo un libro a cada uno de ellos, nos sorprendió su reacción pues algunos de ellos querían devolverlo, y esto es porque algunos no tienen el sentido de apego o individualidad, les hicimos ver que eran suyos y algunos se pusieron muy felices de tener algo solo para ellos, porque en su escuela prácticamente nada es suyo, ya que algo tan simple como un juguete lo deben de compartir.
Al momento que inició el receso vimos una nueva perspectiva porque los niños, especialmente los de quinto y sexto años, deben hacer actividades como tender las camas, atender en la tiendita, servir agua o comida. Comúnmente el dinero que va destinado a ellos por medio de becas, se destina a comida y otras necesidades básicas, lo poco que les queda lo gastan en la tiendita, lo cual nos lleva a reflexionar el privilegio en el que vivimos, pues algo tan simple para nosotros como comprar unas cartas coleccionables que cuestan ocho pesos, para ellos es algo difícil de tener o acceder, ya que los niños no saben dimensionar lo que es mucho o poco, para ellos es su dia a dia. Entonces nos hizo muy felices comprarles cartas y sacarles una sonrisa.
También hubo un recorrido por las instalaciones y vimos muchas cosas, desde que hay sesenta camas por piso y son tres pisos, allí se despiertan a las cinco de la mañana de lunes a viernes para después meterse a regaderas compartidas donde tienen un tiempo limitado para meterse a bañar. Para tener la educación con la beca, ellos deben quedarse de lunes a viernes y salir solo los sábados y domingos con sus tutores, pero también hay niños que tristemente se deben de quedar porque no tienen a nadie con quien ir, entonces cuando nosotros ya nos íbamos ellos querían venir con nosotros y conocer nuestra escuela.
Al final hicimos una última obra para cien niños y aunque el material de escena no alcanzó para llegar a todos ellos, lo disfrutaron mucho. Disfrutaron salir de la rutina y aunque en realidad no regalamos nada material sino que regalamos nuestro tiempo, ellos lo agradecieron con sonrisas y felicidad.
Debemos reflexionar las oportunidades que tenemos y tener conciencia de lo que hacemos afuera y la triste realidad que nos rodea, agradecer la vida que tenemos y valorar el apoyo que nuestros padres nos brindan; hay gente que está sufriendo en este momento y en peores condiciones ya que no han sido tan privilegiados.
La idea de volver y pasar otro rato con los niños es algo que desearía, porque saber que con solo pasar un rato con ellos les hizo inmensamente felices y les dejó un recuerdo para atesorar, y que no cuesta nada más que solo tener que dar un poco de nuestro tiempo, es algo que realmente quisiera repetir ya que es una gran oportunidad para ver realmente lo que alguien puede lograr con tiempo y dedicación.
Entonces hay que cuestionarnos: ¿qué estoy haciendo?, porque alguien podría estar haciendo voluntariado o aprovechar su tiempo en ayudar a los demás en vez de estar en una pantalla casi todo el tiempo, entonces quiero que ustedes se pregunten ¿qué estoy haciendo y qué impacto estoy teniendo en los demás con lo qué hago? y que se cuestionen de verdad en qué aprovechan su tiempo.
En conclusión fue una experiencia maravillosa llena de aprendizaje y conciencia, ver cómo con tu tiempo haces felices a los demás, ver como te puedes involucrar cada vez más en el voluntariado y poner tu granito de arena para que algún día se pueda construir una sociedad mejor.
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